Cuando nos exponemos a altas temperaturas, nuestro cuerpo intenta regular su temperatura interna mediante la vasodilatación, es decir, ensanchando los vasos sanguíneos de la piel para permitir la pérdida de calor a través del sudor. Esta respuesta puede tener consecuencias en el sistema circulatorio, especialmente en personas con mala circulación o afecciones preexistentes, como las varices y la pesadez de piernas.
La principal de ellas es la deshidratación, ya que el calor excesivo aumenta la sudoración y, por lo tanto, la pérdida de líquidos del cuerpo. La deshidratación reduce el volumen de sangre y, como resultado, el corazón tiene que trabajar más para bombear la misma cantidad de sangre. Esto puede aumentar la presión arterial y poner más tensión en el sistema circulatorio.
Además, también puede producirse una dilatación de los vasos sanguíneos que lleve a una disminución de la presión arterial en el corto plazo. Sin embargo, en personas con hipertensión arterial o problemas de circulación, esto puede ser problemático. El aumento de la temperatura ambiente también puede dilatar las arterias coronarias, lo que puede desencadenar síntomas en personas con enfermedad cardíaca preexistente.
La acumulación de sangre en las extremidades puede provocar que se hinchen, sobre todo manos y pies. Y si se tienen varices, con las altas temperaturas se pueden dilatar más fácilmente y crecer, con la consiguiente molestia e incluso dolor para la persona que las padece. Asimismo, dado que el calor hace que la sangre circule más despacio y que se modere el retorno venoso, cuesta más que llegue a manos y pies, donde hay muchas terminaciones nerviosas. Esto puede causar una sensación de frío y hormigueo.
Consejos de salud cardiovascular durante el verano
Tres de cada diez personas tienen problemas de circulación sanguínea, aunque, en general, las mujeres y las personas mayores de 65 años suelen ser las más vulnerables. Puesto que el calor puede afectar nuestro sistema circulatorio, es importante conocer las medidas que podemos tomar para proteger nuestra salud cardiovascular durante los períodos de calor intenso.
1) Mantenerse hidratado.
Beber suficiente agua es esencial para compensar la pérdida de líquidos causada por la sudoración. Durante el verano, asegúrate de consumir líquidos regularmente, incluso si no sientes sed. Evita las bebidas con cafeína o alcohol, ya que pueden contribuir a la deshidratación.
2) Evitar la exposición directa al sol en las horas pico.
Durante el verano, es recomendable evitar la exposición prolongada al sol durante las horas más calurosas del día, generalmente entre las 11:00 y las 16:00. Si tienes que salir, busca lugares con sombra y usa ropa ligera y transpirable para ayudar a regular la temperatura corporal.
3) Practicar actividad física de manera inteligente.
El ejercicio es beneficioso para el sistema circulatorio, pero durante los días calurosos es importante tomar precauciones. Opta por realizar actividades físicas en las primeras horas de la mañana o al atardecer, cuando las temperaturas son más frescas. Además, elige lugares frescos y bien ventilados para ejercitarte y no te sobreexijas en condiciones de calor intenso.
4) Alimentación saludable.
Una dieta equilibrada es clave para mantener una buena salud cardiovascular. Durante el verano, incluye en tu dieta alimentos ricos en agua como frutas y verduras frescas. Estos alimentos no solo te ayudarán a mantenerte hidratado, sino que también proporcionarán nutrientes esenciales para el sistema circulatorio.
5) Vigilar los síntomas y buscar atención médica si es necesario.
Es importante estar atento a los posibles síntomas de problemas circulatorios, como mareos, palpitaciones cardíacas, dolor en el pecho o dificultad para respirar. Si experimentas alguno de estos síntomas de manera persistente, busca atención médica de inmediato.
Como vemos, durante el verano, el calor intenso puede tener un impacto en nuestro sistema circulatorio. La deshidratación, la vasodilatación y otros factores pueden afectar a la salud cardiovascular. Sin embargo, al seguir estos consejos simples pero efectivos, podemos proteger nuestro sistema circulatorio y disfrutar de un verano saludable. De todos modos, recuerda que quien mejor te puede orientar en función de tus circunstancias y estado de salud es tu médico, así que no dudes en pedirle ayuda si lo necesitas. ¡Disfruta del verano de forma segura y saludable!
